Debate

EL CHARLATÁN EN LA CIENCIA Y LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN

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Rafael Bernabeu, Jorge Ten
Instituto Bernabeu, Alicante

Publicado en la revista 11 de diciembre de 2006.

En esta ocasión queremos comenzar agradeciendo la alta participación de nuestros socios/as en este Debate tan apasionante sobre "La ética en los tratamientos de Reproducción Asistida". Esperamos que en los siguientes números todos os vayáis animando a colaborar.

No es la finalidad del auténtico científico ser motivo de atención de los medios de comunicación. Es su trabajo paciente y silencioso el que llama la atención de los medios cuando las aplicaciones del mismo resultan en un avance provechoso para la humanidad.

No obstante, hay ciertas áreas de la Medicina que despiertan gran interés en los medios de comunicación por las repercusiones que tienen en la sociedad. Uno de esos campos “estrella” es la Medicina de la Reproducción. Hoy oímos por la calle palabras como embriones, células madres y clonación, que eran patrimonio del especialista, y que ahora suscitan en todos un enorme interés que justifica la difusión de estos temas por parte de los medios de comunicación.

Sin embargo, este interés da lugar a intoxicaciones informativas. En efecto, en estos últimos tiempos hemos asistido a comunicados de logros espectaculares: clonación de seres humanos, obtención de células reproductivas de forma casi automática a partir de otras células del organismo, etc. En resumen, vanas palabrerías que no son más que rotundas mentiras.

Por lo general, las sociedades científicas son reacias a manifiestos públicos y, por ello, recientemente se pudo asistir a un hecho inusual. La Royal Society de Medicina de Inglaterra emitió en el año 2004 un comunicado en el que se mostraba rotundamente en contra de tales maniobras informativas. Preocupados por la manipulación que desde los medios de comunicación se estaba haciendo, pedía que se distinguiera entre buena y mala tecnología y solicitaba a los medios que no dieran cobertura a pseudocientíficos que sólo buscaban captar el interés informativo y no dudaban en dar noticias rimbombantes, falsas y no comprobadas con tal de obtener notoriedad. Sujetos que hablan de brillantes experimentos que los han conducido a milagrosos resultados, a avances espectaculares, y que cuando se les piden pruebas de lo que afirman, resulta que nada los respalda, porque todo lo que afirman es una farsa.

Así, ante el anuncio de una nueva clonación en humanos, el presidente de la Royal Society, nos recuerda que la clonación en primates es mucho más compleja que en otras especies y que en absoluto se tiene la certeza que sea viable en humanos.

Asimismo un grupo de investigadores británicos, también ha enviado una carta de apelación a los editores de medios de comunicación para que den menos publicidad a experimentos de esta índole y que “cualquier declaración futura sea tratada con escepticismo hasta que se presenten evidencias convincentes” y se haya comprobado la verdad de la afirmación.

Duele ver como la idiotez del que se otorga un falso descubrimiento innovador, causa dolor y engaño en quienes necesitan tratar la incapacidad para tener un hijo.

Duele tener que desesperanzarlos, sencillamente porque han creído en las afirmaciones de quienes bajo la cobertura informativa, buscan fines inconfesables: notoriedad, dinero,… alejados del buen quehacer médico. En ocasiones es difícil sacarlos del error a que han sido conducidos, sin que se violenten.

Duele ver como estos enfermizos personajillos, que apenas poseen un fino barniz de conocimientos, ensucian el digno trabajo de tantos y tantos discretamente empeñados en la lucha por conocer, haciendo caer a la figura del hombre de ciencia a la altura de los fantoches que aparecen en programas basura de TV.

El camino del saber científico no es rectilíneo. Verdades aceptadas, se ven puestas en entredicho y a menudo abandonadas por evidencias contrarias de mayor peso. Y esos necesarios vaivenes en la ciencia son fructíferos, en ellos se fundamenta el conocimiento humano. No hay axiomas, sino pruebas que consideradas objetivamente arrojen luz sobre los problemas. Por eso, no es de extrañar que recientemente leyéramos que los autores de una prometedora teoría sobre el tratamiento del SIDA, difundida hace aproximadamente 3 años, reconocieran después su error. Este tipo de rectificaciones es saludable y se reciben con satisfacción por el hombre de ciencia responsable.

Por ello, aún resulta más insultante la arrogancia necia de quien sin siquiera tener resultados preliminares comprobables, afirma haber logrado éxitos espectaculares. ¿Cuántos tratamientos milagrosos sobre el cáncer, sobre el SIDA, sobre la esterilidad, se han llegado a anunciar? Tales afirmaciones son perversas, pues llevan al enfermo y a sus familiares a manos de desaprensivos, fracturando la confianza de la sociedad en sus científicos y en quienes honestamente se dedican al quehacer médico. Tristemente, una titulación universitaria o una bata blanca, no garantiza la honestidad de quien la ostenta.

La Medicina Reproductiva, en cuanto formidable generadora de expectación y esperanzas, es campo abonado para estas prácticas de charlatanería y ruindad. Sería, pues, deseable que existiera una fluida comunicación entre medios y ciencia, para que se divulguen los avances biomédicos de manera veraz. Sólo así, se dignificaría tanto la prensa como la ciencia. La sociedad, destinataria final de ambas actividades tendría algo menos de lo que preocuparse, lo que dado los tiempos que corren no es poco.

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