Editorial

LA EVIDENCIA CIENTÍFICA

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Antonio Urries López, Presidente de ASEBIR

Publicado en la revista 25 de junio de 2020.

Hubiera preferido no empezar este editorial de esta manera, pero más de 27.000 fallecidos en prácticamente dos meses es un dato que a nadie puede dejar indiferente.

A pesar de eso no quiero dedicar este editorial al COVID-19 ni al SARS-CoV-2, sino a la responsabilidad personal que cada uno hemos tenido durante esta pandemia y a la que como colectivo científico nos corresponde asumir.

Está claro que todos somos dueños y rehenes de nuestras convicciones, evidencias e incluso miedos, condicionados posiblemente por la situación personal que a cada uno nos haya tocado vivir. Pero por encima de ello tenemos una responsabilidad como científicos (que no se nos olvide que lo somos) a nivel particular y como sociedad científica a nivel de colectivo.

Ello nos obliga a intentar mantener una objetividad basada en la evidencia que permita un análisis ajustado de la situación vivida y que, a su vez, nos permita adecuar nuestra actividad a este nuevo escenario y nos prepare para situaciones similares que nos depare el futuro. Porque esto va a volver a pasar y debemos estar preparados para ello.

Entiendo que es complicado. Nunca había visto una situación como la actual, con tanta información no contrastada, artículos científicos no validados o sin el necesario “peer review”, evidencias científicas elevadas a dogma tras el análisis de 6 casos, teorías conspiranoicas que han servido de caldo de cultivo para mantener a la sociedad en una situación muchas veces rayando el pánico y con voces pseudo científicas, y lo que es peor, a veces incluso científicas, trasladando y dando por buenos mensajes incoherentes y sin la suficiente evidencia científica. Un día si y al siguiente lo contrario. Las redes sociales es lo que tienen.

Por eso no me canso en reconocer el mérito de nuestros compañeros (Beatriz González, Belen Buch y Nicolás Prados) que han estado trabajando codo a codo junto con nuestros compañeros de la SEF (Jose Antonio Dominguez, José Antonio Castilla, Irene Cuevas y Daniel Mataró) en el documento de consenso que nos ha permitido poner un poco/mucho orden en tanto ruido de fondo, retomar la actividad y poner unas bases sólidas frente a esta y otras situaciones similares con las que nos podamos encontrar.

Naturalmente con vuestro apoyo. Con tantos correos y sugerencias que nos habéis enviado de forma directa o a través de los webinar que hemos organizado (casi 600 asistentes en la segunda webinar, espectacular vuestra respuesta). Sugerencias que hemos podido incluir en el documento o que han quedado recogidas hasta que mayores evidencias justifiquen su implantación. No podemos perder el foco del sentido del documento. Se trata de unas recomendaciones que nos permitan reanudar la actividad sin que su aplicación suponga una dificultad excesiva para el buen funcionamiento y operatividad de cualquier Unidad y, obviamente, teniendo en cuenta las evidencias científicas que han ido apareciendo. Y remarco la palabra “evidencias”.

El equilibrio ha sido difícil y el consenso complicado. Por eso he querido dedicar este editorial a ese gran grupo de trabajo que ha estado dedicando horas, días e incluso festivos para que ahora podamos sentirnos seguros en nuestros laboratorios.

Seguro que alguno de vosotros consideráis que podría mejorarse, e incluso podéis no estar de acuerdo con algunos puntos. Pero de eso se trata el consenso, ¿no? Y merece un respeto. A partir de allí cada uno puede modificar/mejorar las recomendaciones en base a vuestras propias valoraciones de riesgo, pero sin ese documento de base posiblemente no estaríamos trabajando.

Creo que podemos estar satisfechos. Estamos preparados para lo que venga. Y así se lo hemos recordado una vez más al Ministerio de Sanidad: hemos sabido estar a la altura y somos parte activa en la lucha contra esta pandemia como un “profesional sanitario” más. Sólo nos queda desear que “a los que corresponda” estén preparados también para si vuelve a pasar no volvamos a tener que empezar una editorial con más de 27.000 fallecidos en dos meses. Y sin tanto ruido de fondo.

Cuidaros.

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