PRESERVACIÓN DE LA FERTILIDAD POR CAUSAS SOCIALES, ¿POR QUÉ NO?
Nuria Alcañiz, Raquel Bonet, Montse Boada
USP Institut Universitari Dexeus. Barcelona
El Debate del presente número es “Vitrificación de oocitos para retrasar la maternidad”. Esta posibilidad que tienen actualmente las mujeres ha sido motivo de controversia. En el próximo número de junio, el tema de debate será “DPI en enfermedades de aparición tardía”. Os recordamos que los temas de debate son permanentes, con lo cual, podéis opinar sobre ellos en cualquiera de los números.
El convenio para la Protección de los Derechos Humanos y de las Libertades Fundamentales contempla el derecho de cualquier mujer u hombre a partir de la edad núbil a formar una familia. De hecho, la libertad individual para decidir con quién y cuándo tener hijos es ampliamente aceptada en la sociedad moderna, siendo el control de la natalidad una práctica habitual. Desde su juventud, la mujer actual utiliza métodos anticonceptivos con el fin de retrasar el momento de la maternidad, sin que por ello sea cuestionada. Así pues, respetando el principio de autonomía, cada persona debería poder decidir cuándo quiere reproducirse.
De todos es sabido que en la sociedad occidental existe un retraso voluntario de la maternidad, debido a que un importante porcentaje de mujeres anteponen la consecución de un estatus profesional, económico o social, a la procreación. Como consecuencia de ello, muchas mujeres sufren a la larga problemas de fertilidad debidos a los efectos negativos de la edad y se ven obligadas a recurrir a la reproducción asistida, teniendo incluso que recibir en algunos casos ovocitos de donante.
La posibilidad de ofrecer previamente a estas mujeres la opción de preservar sus ovocitos en una edad aún temprana permite que, cuando quieran intentar una gestación, puedan hacerlo con sus propios ovocitos. La práctica de un ciclo de FIV con ovocitos propios criopreservados en una edad más joven les proporcionará mayor probabilidad de embarazo, a la vez que les posibilita perpetuar su linaje genético.
Buscando la analogía con el varón, hace tiempo que éstos ya pueden criopreservar esperma para su uso futuro, tanto por razones médicas como sociales; por ejemplo, antes de someterse a una vasectomía, a una exposición a agentes gonadotóxicos por motivos laborales o incluso algunos deportistas de élite en previsión de posibles consecuencias negativas fruto de su actividad. Si aceptamos para estos casos la preservación de la fertilidad en el hombre, sabiendo incluso que los efectos de la edad en su capacidad reproductiva no son tan determinantes como en la mujer, ¿por qué no aceptarlo también para las mujeres? Parece lógico prevenir los efectos de la edad antes de sufrir sus consecuencias.
Ante una nueva opción como ésta, sólo queda matizar que la aplicación indiscriminada no parece la alternativa preferencial, ya que la concienciación social hacia una maternidad en edades biológicamente apropiadas es la opción más sensata. Ello no impide sin embargo que en circunstancias determinadas en las que se prevea un retraso por motivos sociales, no pueda gestionarse el momento de tener descendencia recurriendo a esta opción de forma preventiva.
Para asegurar el éxito de un programa de preservación de la fertilidad, la información será clave en todo momento. La mujer deberá ser debidamente informada de los riesgos y beneficios de la técnica, así como, firmar un consentimiento informado específico para este fin. Se deberá valorar también su intención reproductiva a largo plazo y asegurar el destino final del material criopreservado, en el supuesto de que no lo necesite para su propia reproducción.