¿SE ESTÁ APLICANDO EL DGP DE FORMA ABUSIVA?
Fanny Vidal
Unitat de Biologia Cel·lular. Facultat de Biociències.
Universitat Autònoma de Barcelona. francesca.vidal@uab.cat
Desde su primera aplicación clínica en 1990, el Diagnóstico Genético Preimplantacional (DGP) aparece en el programa de prácticamente todos los Congresos y reuniones científicas que tratan de reproducción asistida.
A lo largo de los años, su uso se ha extendido, la lista de indicaciones se amplía continuamente y el número de casos en los que se utiliza crece de forma exponencial.
La aplicación del DGP está necesariamente ligada a la fecundación in vitro (FIV o FIV-ICSI) para la obtención de los embriones susceptibles de ser analizados. No obstante, las tornas están cambiando y percibimos que, cada vez más, es la FIV la que parece depender del DGP. A partir de este punto surge la controversia.
La creciente indicación de DGP para ciertos grupos de pacientes (aborto de repetición, fallos previos de ciclos de FIV, edad materna, anomalías de la meiosis masculina, etc…), con el objetivo de llevar a cabo un estudio cromosómico que nos permita una mejor selección de los embriones a transferir, sirve de partida para la discusión.
En algunos casos, el debate se dirige a la sempiterna disputa sobre la denominación que debemos dar al tipo de análisis que estamos realizando.
En este aspecto, no considero en absoluto necesario dedicar esfuerzos en establecer si los estudios de aneuploidías merecen ser incluidos bajo el término “DGP” o deben ser obligatoriamente nombrados con epígrafes alternativos (screening de aneuploidías, PGS, AS, …) que para algunos colegas conllevan un cierto deje de menosprecio.
Según mi opinión, lo importante es identificar claramente el tipo de estudio que se lleva a cabo en cada caso y que los resultados obtenidos se presenten de forma comprensible para poder extraer las conclusiones oportunas.
El carácter de la discusión toma un cariz distinto cuando se orienta hacia los resultados clínicos derivados de la aplicación del DGP para los estudios de aneuploidías. La gran mayoría de centros que llevan a cabo un gran número de ciclos defienden su aplicación y presentan datos que apoyan su uso con tasas de embarazos y abortos que lo justifican.
Por otra parte, si evaluamos las recopilaciones de resultados (ESHRE PGD Consortium), elaboradas a partir de los datos aportados por centros diversos, se observa que no reflejan porcentajes tan positivos. Es evidente que los resultados de un solo laboratorio nos ofrecen una visión sesgada. Por otra parte, la heterogeneidad de las recopilaciones suele distorsionar los resultados al no considerar aspectos como el criterio de selección de las parejas de los diversos centros, los resultados generales de FIV de cada laboratorio, aspectos técnicos de la realización de las biopsias embrionarias o la experiencia del laboratorio que lleva a cabo el diagnóstico.
Puntos como los pocos estudios randomizados “de verdad”, la heterogeneidad de los grupos de pacientes, los resultados dispares en ciclos repetidos, el número de ciclos sin transferencia o el coste del diagnóstico suelen ser puntales para la discusión de los “no creyentes”. Mientras que, en la esquina opuesta, se nos presentan resultados y porcentajes de efectividad que deben ser observados de forma sensata y tratados con la consideración que merecen.
En resumen, hay argumentos válidos para ser esgrimidos tanto por los defensores a ultranza del DGP como para sus detractores más acérrimos.
Es evidente que estas diferencias son difíciles de dirimir e incluso resulta curioso que el mismo argumento pueda ser utilizado para justificar la postura de los dos grupos en discusión (como por ejemplo el elevado número de anomalías cromosómicas observadas en los embriones analizados). No obstante, no deja de sorprender que gran parte de las opiniones críticas hacia el uso del DGP para mejorar los resultados de FIV no provenga de resultados negativos obtenidos después de su aplicación sino de la “lectura y re-análisis” de los resultados que han presentado los grupos que justifican su uso.
La controversia y la división de opiniones respecto a la aplicación del DGP se mantienen desde sus inicios pero el debate se ha intensificado en los últimos tiempos. Mantengamos el debate abierto, busquemos argumentos, que los centros evalúen los resultados que están obteniendo y los presenten a discusión (ASEBIR es un foro excelente). Finalmente, seamos consecuentes con los resultados obtenidos y recordemos que el DGP no sustituye al diagnóstico prenatal. Es evidente que el uso indiscriminado del DGP va en su propio detrimento, ya que los resultados no se ajustan a las expectativas creadas. Quizás un cierto uso extensivo (¡no abusivo!) durante un periodo servirá para que podamos ubicar al DGP en el lugar que le corresponde.
Pregunta inicial: ¿Se está aplicando el DGP de forma abusiva? Respuesta: ¡Tengo el corazón partido!
Pregunta abierta a la reflexión:
¿Estamos siendo más críticos con el uso del DGP de lo que hemos sido en su momento con otras técnicas en reproducción asistida (ICSI, TESE, ROSI,…) o la propia FIV?